Los trabajadores de los Centros tributan un sentido homenaje al genio desaparecido hace hoy 26 años, en el que participaron los alumnos del CEIP San Juan, de Haría, la periodista lanzaroteña Herminia Fajardo y el timplista Domingo Rodríguez 'El Colorado'
Los Centros de Arte, Cultura y Turismo del Cabildo de Lanzarote siguen teniendo muy cercana y presente la figura de su creador, César Manrique.
Por eso, como es tradición, un nutrido grupo de trabajadores de los CACT se dio cita esta mañana en el cementerio de Haría, donde reposan sus restos mortales, para tributar un cálido y sentido homenaje al genio, tristemente desaparecido tal día como hoy hace 26 años. Estuvieron presentes, de igual forma, el consejero de los Centros, Echedey Eugenio; el teniente de Alcalde de Haría, José Pérez Dorta, y familiares, amigos y seguidores del artista, además de representantes de distintas formaciones políticas y de la vida cultural de la isla.
Como también es ya tradición, un grupo de jóvenes alumnos del CEIP San Juan de Haría fue el encargado de abrir el acto recitando el poema ‘Pastor de vientos y volcanes’, que escribió y dedicó Rafael Alberti al artista lanzaroteño.
A continuación, la reconocida periodista lanzaroteña Herminia Fajardo tomó la palabra para reflexionar acerca de César Manrique, destacando su capacidad para “hacer equipo”, y cómo ese equipo, “los trabajadores de los Centros, trabajan con sensibilidad para recordarle y mantener vivo su legado”. Fajardo destacó, asimismo, que “la isla debe estar eternamente agradecida a dos figuras a las que deberíamos reverenciar, Manuel Díaz Rijo, que nos dio el agua, y César Manrique, que nos dio el futuro”.
Después de que el consejero de los Centros realizara la ofrenda floral en la tumba de Manrique, una malagueña interpretada por el timplista majorero Domingo Rodríguez “El Colorado” sirvió de brillante colofón al acto.
A la conclusión del acto, Echedey Eugenio, señaló que César Manrique “es imprescindible” para entender la isla. “Sin él, sin su figura, Lanzarote no hubiera evolucionado hacia el territorio que es en la actualidad. Además, es un buen momento, ante la inminencia del centenario de su nacimiento, para realizar un ejercicio de profunda reflexión y analizar el punto en el que estamos y hacia el que queremos ir”. El consejero apuntó también que desde los Centros “trabajamos para conservar y poner en valor su sello personal y la impronta de su obra”.
Por su parte, el primer teniente de Alcaldía del ayuntamiento de Haría, José Pérez Dorta quiso destacar “el valor que tienen César Manrique y su obra como punto de referencia en la propuesta de sostenibilidad del municipio”.
César Manrique, el genio inmortal
César Manrique (Arrecife, 24 de abril de 1919-Teguise, 25 de septiembre de 1992) consiguió modelar una isla en perfecto equilibrio. Interpretó como nadie la belleza y el valor del espacio que le envolvía, y plasmó en él su genial imaginación. Su legado y prestigio traspasaron fronteras pero, sin duda, es en Lanzarote, la isla que le vio nacer, donde logró manifestar en mayor medida su amor por el paisaje, ese que otros consideraban desértico, árido e inhóspito, pero que para él era sinónimo de belleza. Así, cinceló su trabajo desde el respeto, la admiración y la gratitud hacia el entorno en el que había crecido.
Su primera obra en Lanzarote, y quizás la más espectacular, fue Jameos del Agua, con la creación de un auditorio natural perfectamente integrado en una caprichosa formación volcánica. Su belleza, contrastes de luz y colores la convierten en un trabajo universalmente admirado. Esta obra puede resumir en gran medida lo que Manrique realizó durante toda su vida: composición de espacios en los que la aportación humana quedara armoniosamente integrada con el entorno natural, ensalzando su belleza y sus valores. Su propia casa, en el Taro de Tahiche, y el resto de los Centros son otras de las obras más significativas del artista.
Pero Manrique también dejó un importante legado fuera de su isla natal. Destacan entre ellas el espectacular mirador de La Peña, en El Hierro; el mirador de Palmarejo, en La Gomera; el Parque Marítimo de Puerto de la Cruz y Playa Jardín, en Tenerife; el Centro Comercial La Vaguada, en Madrid, y el amplio Parque Marítimo del Mediterráneo, en Ceuta. Son todas ellas creaciones de espacios públicos, trabajos de arquitectura y urbanismo verdaderamente singulares en los que el entorno natural es el principal protagonista.
Para César Manrique la naturaleza no fue sólo la referencia fundamental para su creación artística sino también para su vida. No creó en la naturaleza sino que creó con ella, y su relación con el entorno no fue simplemente estética sino de un verdadero y ejemplar compromiso con la defensa del medio ambiente.
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